Visitas hasta ahora

Carta a los padres de los niños deportistas

Voy a hablar de un tema más que tratado entre los entrenadores y directivos de todos los clubes deportivos, y sobre el cual se han escrito ya decenas de líneas. Las mías van a ser tan sólo unas pocas más que tratarán de sumarse a la causa.
Dejo aquí hoy mi particular CARTA A LOS PADRES y acompañantes de los niños y niñas deportistas. Una carta más que se une a todas las ya escritas (algunas verdaderamente buenas). Por comodidad usaré frecuentemente sólo el género masculino para simplificar, mas hablo de niños y niñas por igual. 


"Queridos padres,

Primero de todo quisiera por favor pediros que reflexionéis unos segundos sobre los motivos por los que vuestro hijo practica este deporte. ¿Lo ha querido él? ¿Lo habéis decidido vosotros? ¿Con qué objetivo está jugando el niño? La respuesta sincera a esta pregunta os ahorrará muchos quebraderos de cabeza. 

El Club
Bien, hablemos del Club. De primeras, estáis apuntando al chico a un club con unos ciertos valores, normas y condiciones que debéis conocer de antemano. Un equipo que tiene años de experiencia en el sector y por el que han pasado ya cientos de directivos, educadores, padres y niños.  Y ese Club dispone del mejor conjunto posible de formadores llamados Entrenadores, dándoles total respaldo y confianza para desarrollar sus habilidades como educadores de niños y niñas en la práctica deportiva; así que cuando decidís que el chico forme parte del colectivo estáis aceptando también al Cuerpo Técnico que le formará. 

Basándonos en ésto, probablemente el Club tendrá varios equipos de chicos y chicas de la misma edad que suelen diferenciarse mediante las letras A, B... Igual que sucede con las clases de inglés o de matemáticas, los jugadores tienen distintos niveles de juego y la única forma de competir en un nivel avanzado es "estudiando más", es decir, entrenando duro para mejorar y avanzar. Así pues, hay que entender y aceptar el equipo en el que juegue vuestro hijo y simplemente animarle a disfrutar al máximo y a esforzarse para mejorar dentro del grupo. 

Desarrollo del joven deportista
Creo que en estos tiempos extraños para los pequeños y jóvenes, cada vez más dados a la comodidad, las malas compañías, el pasotismo y el vicio, el deporte es la mejor vía de escape y de crecimiento personal, ayudando al desarrollo sano del niño. Así pues, guiaremos a los jóvenes a crear el hábito de practicar deporte para toda la vida, mostrándoles los valores y los beneficios del mismo.

Tomando este hecho como punto de partida, los chicos tendrán en el deporte, igual que en el resto de las facetas de su vida, unas etapas evolutivas y de crecimiento. Ésto a menudo se nos olvida y exigimos a los pequeños que compitan como adultos, cuando la mayoría de veces el niño o niña ni siquiera entiende lo que le estamos pidiendo.



Actitudes a mejorar. Familia y Club, un mismo objetivo.
Estimados padres, sé que todo ésto que acabo de deciros no os resulta nuevo. ¿Verdad que lo sabíais?
No lo dudo. Así que, teniendo presente todo lo anterior, vamos a aclarar algunos detalles importantes.

1 - Debéis dejar a los entrenadores desempeñar el trabajo para el cual se han formado, tanto en los entrenamientos como en las competiciones. Primero de todo, por educación: cada cual tiene sus funciones y su área de actuación y debemos respetar el trabajo de los demás. Además, pensad que si insistís en darle continuamente consejos deportivos al niño le estaremos confundiendo (¿quién tiene razón? ¿a quién debo escuchar?), y generaremos dudas en su personalidad; esto a menudo desemboca en desconfianza del joven hacia el entrenador, nada beneficiosa para él ni para el equipo.
En todo caso, sí deberéis dar vuestra opinión cuando el propio niño os lo pida, mostrándole vuestro punto de vista de la forma más constructiva posible.

2 - Es importante que vayáis a ver las competiciones que podáis pero vuestro papel debería ser el de observador, tratando únicamente de apoyar y alentar a los vuestros y disfrutar del espectáculo. No deberíais interactuar con los participantes ya sean vuestros hijos, los contrincantes o el árbitro: en esta ocasión vosotros no estáis participando. En cuanto al árbitro, daos cuenta que es alguien que también está haciendo deporte y, en la mayoría de los casos, está todavía aprendiendo en su faceta. Si desde dentro del campo no vemos al resto de participantes como enemigos, ¡vosotros tampoco debéis verlos como tal!

3 - Entre todos debemos ser capaces de medir el concepto de victoria y derrota.
Hay que felicitar al deportista en la victoria, pero siempre de forma comedida y no aparatosa. Tampoco es buena la indiferencia o el exceso de comentarios del estilo de "podría estar mejor".
En caso de derrota, hay que enseñar a aceptarla y aprender de ella. A nadie le gusta perder, pero en los niños la sensación de tristeza o coraje por haber perdido desaparece bastante rápido (en especial en los deportes donde que se compite semanalmente). Si el chico os ve enojados o tristes se lo tomará como algo personal, y le acompañará el sentimiento de haberos fallado en algo. No olvidemos que vosotros, los padres, sois el principal modelo y ejemplo de vuestros hijos.
Quedan muchas derrotas como ésta a lo largo del camino y no podemos temerla. Remarquemos el esfuerzo de los jugadores, ya que la sensación de haberlo dado todo es la verdadera victoria de un deportista. 

¿Sabéis por qué saludamos al equipo rival, al árbitro y a la mesa antes de un partido? 
Lo hacemos porque estamos mostrando nuestro respeto y agradecimiento a los que van a tomar parte, igual que nosotros, de una actividad que nos encanta.
¿Y por qué nos damos las manos después del partido?
Al contrario de lo que se pueda pensar, no es una rutina o una costumbre. Es nuestra forma de dejar los lances del juego atrás y agradecer al equipo rival el encuentro y el desafío que nos han planteado. En ese momento los jugadores y entrenadores nos deseamos suerte en adelante, nos disculpamos por cualquier desliz ocurrido y nos damos las gracias por formar parte de éste, nuestro juego. Es nuestra manera de dejar claro que tan sólo ha sido un partido más, y que seguiremos trabajando y disfrutando del deporte que es nuestra pasión.

A diario exigimos a los dirigentes, políticos y escuelas que proporcionen un futuro mejor para nuestros hijos, que nos ayuden a educarlos, y constantemente tratamos temas como la igualdad, la solidaridad, el bullying, el respeto o el compañerismo. Y, aunque no nos demos cuenta, a menudo somos los primeros en perder todos esos valores delante de esos niños a los que tratamos de educar.

Queridos papás, mamás y familias de nuestros deportistas: tenéis una de las tareas más difíciles de esta vida, pero a la vez una de las más bonitas: educar a los adultos del mañana en un conjunto de valores. Dejadnos ayudar. ¡Vayamos todos a una!

Atentamente,

Un educador comprometido "

Sí, quizás hoy esté a este lado de la barrera. Pero este escrito lo firma también un niño gordito que practicaba deporte desde pequeño, y que se convirtió en un adolescente obeso que seguía entrenando pese a que apenas jugaba 5 minutos por partido. Un chico que cada semana rogaba a sus padres, casi con lágrimas en los ojos, que no viniesen a verle, que no iba a jugar y que si lo hacía seguro que jugaba mal.
Pero mis padres, mis increíbles padres, siempre venían; animaban a mi equipo, a mis compañeros, a mis amigos, y se mantuvieron siempre cerca para apoyarme en lo que más me gustaba.
De nuevo gracias a los dos, que habéis hecho tan fácil ésta y tantas otras cosas para mí.



Os dejo también un interesante artículo de La Vanguardia que advierte al respecto.

De jefes, mandantes y otras deidades

¡Qué bueno soy! ¡Qué bien hago mi trabajo! Aún te diría más: soy de lo mejorcito que habrás visto hasta ahora. ¡Te voy a enseñar cómo se hace! Nah, mejor aún: lo haré yo, tú mira y aprende...

- Sí, porque yo vengo de Somos Los Putos S.A, ¡era el presidente de la empresa!. Allí siempre hacíamos ésto y lo otro, y todo iba genial así y asá. Hazme caso, sé de lo que hablo. 


- Eh, que vengo de Club de Barrio Que Ha Ganado La Champions De Su Pueblo F.C. y allí he sido el Director Técnico Deportivo... Aquí sólo soy el utillero, pero yo creo que tendríamos que echar a ese entrenador y al recogepelotas porque no son nada serios en su trabajo, ¡este club necesita más profesionalidad y disciplina!

- Pues yo soy el nuevo Jefazo Que Lo Flipas en la empresa Estamosenquiebra.com. Hasta hace dos meses era un empleado corriente, pero debido a la crisis económica los anteriores dirigentes han emigrado y la mayoría de los empleados han sido despedidos. Hemos pasado de una empresa con 1000 trabajadores a ser sólo 50.
¡Eh! ¡Pero soy el jefe! No tengo reparos en echar a un empleado que no conozco de nada ni he visto trabajar sólo para demostrar que aquí mando yo y que tengo el poder absoluto (¿alguien lo ha leído como Jafar en Aladín?). Veréis qué rápido reflotamos el negocio...

- Pues yo entreno desde hace diez años al Conejos Cojos B.C y lo hemos ganado todo. Sólo el equipo de los Perezosos  nos hacía algo de sombra, ¡pero aún así éramos imbatibles! Queremos más retos ¿Que me pones en la liga de los Babuinos? Es demasiado fácil para nosotros, ¿por qué no la liga de los Gorilas?

- Hola, mi nombre es AcaboDeCumplirLos22 y soy nuevo aquí. Es la primera vez que trabajo en el sector pero he estudiado seis meses de un curso online para ponerme al día. Uy, ésto que me dices no lo veo yo muy claro eh... Yo lo haría de esta otra forma. Que sí, que sí, tú déjame, ya verás...
¡No es culpa mía que haya salido mal! Juan no ha hecho lo que debía y Pedro se ha equivocado en la mitad de las cosas. Es culpa de ellos. Además, ¡hemos tenido muy mala suerte!

No voy a seguir porque no acabaríamos nunca. Hablo de dioses, semidioses y gente que tiene (o cree que tiene, o quiere tener) poder sobre otras personas.

Gente joven sin humildad que llega arrasando y cometiendo infinidad de errores, siempre culpa de los demás, y sin intención alguna de aprender o mejorar porque "ya saben suficiente, incluso más que tú".
Personas adultas que desean tocar todas las teclas a su alcance, tener la sensación de que lo controlan todo y de que están por encima del bien y del mal. Lo harán todo por tu bien, o por el bien de la empresa, club o sociedad, pero darán por c... que no veas.

Para mí, el que está más arriba no debería ser el mejor, sino el que hiciera mejores a los demás.
En cambio, a menudo el que está más arriba es el que ha tenido más morro, más contactos o más dinero. 
¿Os suena? Vosotros que os quejáis de los políticos... A menor nivel, pero ¡estamos haciendo lo mismo!

Podemos filosofar lo que queramos, hablar, manifestarnos y revolucionarnos, pero no estamos partiendo de las bases adecuadas. HUMILDAD, familia, que belleza nos sobra.

Dedicado al Sr J.R., que vive en sus carnes éstos y otros excesos de los mandamases.

De líos

Todo el mundo necesita un lío.
Y por lío me refiero a enrollarse con alguien por puro placer o morbo, pero también me refiero a tener una afición intensa por alguna actividad.

Creo que todos, de una forma u otra, tenemos un lío con algo o alguien. Esa persona que me tiene loco, que cada vez que veo el estómago me da un vuelco y el aire se me estanca en el pecho. Él o ella, que quizás no sea mi pareja ni mi amante, si no simplemente un buen amigo que saca siempre lo mejor de mí. Mi hermano, mi hermana, mi madre. O ese hobby, profesión, deporte o afición a la que dedico la mayor parte de mis pensamientos. Sólo uno mismo sabe lo que le mueve cada segundo de su día a día.

La novela que estoy escribiendo. Nuestra relación es complicada. La amo como a la hija que algún día tendré. Sé que depende totalmente de mí en sus primeras fases, y sé que a menudo no tengo fuerzas para sacarla adelante. Se me enreda al cuello y aprieta, porque no le doy suficiente atención. Se contradice constantemente, o quizás sea yo el que la esté enseñando mal. Pero la quiero. Sé que no estoy siendo un padre constante y regular, sé que es algo esporádico. Pero ella siempre me espera. Y el día que nos encontramos se apagan todas las luces y sólo quedamos ella y yo, mi imaginación y sus historias. Aunque, no lo negaré, tengo ganas de crezca y sea adulta; de que haga su vida, y de vez en cuando me llame para contarme que todo le va bien.

El baloncesto. Ese deporte que sólo puede definirse como genial. Ese juego que me hace pensar constantemente, que me da bofetones cada semana y me abraza luego para consolarme. El deporte que me enseña todos los valores que debo meter en mi mochila, y el que me permite inculcarlos a los niños y niñas que lo adoran tanto o más que yo. El baloncesto, que me obliga cada día a superarme, y que me rodea de personas que, por todos estos motivos, sin duda valen la pena...

Mi hermano. La persona más importante de mi vida. Aquél con quién he crecido y a quién he ayudado a crecer, y aquél que siempre hace cosas pequeñas que generan cosas muy grandes. Él es de aquellos que, de verdad, merecen una oportunidad en la vida, porque personas como él son las que sacarán lo mejor del mundo mañana. 

Estos son algunos de mis líos: no tienen por qué ser siempre los mismos, a menudo cambian conforme avanzamos aunque algunos permanecen. 

Tu lío es tu motivación, tu impulso y tus ganas de seguir. Tu estímulo y tu pasión. Aquello en que piensas cada noche justo antes de quedarte dormido, y lo primero que te cruza la mente al despertar. Lo que te ayuda a levantarte de la cama. Eso que, a veces, no te deja dormir... 

I tot i així, tu i només tu ets el meu embolic endimoniat, una constant, el que penso i somio cada segon de la meva existència.

Back to basics

Debo avisaros: voy a escribir sobre una experiencia personal vivida hace poco tiempo que me ha llevado a la reflexión que va tomando forma a través del texto y que se resume al final. 

Todo iba bien. O quizás no, pero no importaba porque tenía mis bases asentadas. Tenía unos cimientos sólidos sobre los que sostenerme... O eso creía hasta hace un par de meses. 
La verdad es que no necesito los grandes pilares que se suelen mentar: apenas necesito una pequeña piedra, un simple punto de apoyo que me sirva de fundamento y soy capaz de lo mejor. Ni siquiera es necesario que me impulsen, ni un empujoncito; tengo motivación de sobra para afrontar cualquier reto. 

Construí hacia arriba sin miedo a partir de ese escalón sobre el que descargaba todo mi peso. Absolutamente todo. Raro en mí, ni siquiera me paré a pensar si era adecuado o conveniente depositar tanta confianza sobre un punto tan pequeño (para mí tan grande) y, eventualmente, tan efímero. 
Fui marcándome metas a diario, pequeños y grandes objetivos, disfruté durante mucho tiempo de cada segundo que viví con mucha intensidad, y me sobraba energía al final del día. Tenía la sensación de ser imparable, de que no importaba lo que tuviese que venir que lo reduciría a polvo. 
Soy observador y detallista, y siempre digo que llevo una mochila encima. En ella meto todas las experiencias propias y ajenas, todo lo que aprendo y todos los errores que cometo. Eso me ayuda a llevar conmigo siempre todo lo vivido, lo más útil y lo más inútil, para encarar con toda la información posible cualquier situación que se me ponga delante. 
Puede que sea algo malo "cargar" con los errores y las cosas malas del pasado, pero debo decir que todo ello me parecía llevadero e insignificante porque sabía que, en algun momento del día o de la noche, iba a dejar mi mochila en el escalón. 

Lo malo no fue la mochila, que aún tomo conmigo cada mañana antes de salir de casa. Lo malo fue que el escalón desapareció. Se hizo a un lado. 

Sé que no soy el primero (ni seré el último) que vive una situación así. Pero desde luego jamás pensé que hasta lo más fácil y mundano se puede volver cuesta arriba cuando no tienes un punto de partida. Sin duda ese punto de inicio lo elige cada cual, así que es uno mismo quién debe afrontar las consecuencias de sus actos y elecciones. Aún así, la sensación que he tenido este tiempo es la de flotar en el aire, con un inmenso vacío a mis pies, tratando de seguir sosteniendo mis hobbies, estudios y trabajo. Y cuando no tienes nada debajo sientes que todo eso que antes sostenías con alegría, ahora pesa y te va echando abajo. Es curioso el modo en que superas el dolor cuando ya no tienes nada que perder... 

¡Eh! ¡Arriba! ¡Esto es sólo una reflexión! Algo de lo que estoy aprendiendo.

Sí, quizá fui egoísta. Quizás, sin entrar a valorar nada más, no debí recostar todo mi peso cada día y cada noche sobre un sólo punto, siempre el mismo, porque mi mochila y yo pesamos mucho. Por una vez confié ciegamente en algo que no dependía de mí y me lo cargué. 

Ahora es tiempo de reflexión. De pensar que quizás debería vaciar un poco la mochila, tirar al mar algunas cosas. Es momento de valorar qué base debo escoger ahora, aunque el orgullo me diga que no la necesito. Incluso de dar más importancia a lo más común que me rodea y establecer esos puntos como apoyos. 
Lo que daría por recuperar ese escalón...

Os animo encarecidamente a darle un par de vueltas a lo escrito hoy: ojalá le sirva a alguien para mejorar.Yo, por mi parte, tengo en mente muchos retos, algunos de los cuales he empezado ya a preparar. 


De palabras y lenguaje

"Esto es muy grande. Me explicó que se iba y tal... Pásame aquello. Es una cosa que sirve para..."

El castellano es una lengua muy rica y bella, con infinidad de expresiones y una vasta amplitud de vocabulario que reducimos al mínimo cada vez que hablamos. Pasa lo mismo con el catalán. Nos esforzamos poco en tratar de ser precisos en lo que explicamos o escribimos y acabamos yendo a lo rápido. Es más fácil decir que algo es muy bonito o muy feo en vez de decir precioso u horrible. Es más cómodo referirse a objetos cercanos con demostrativos que llamarlos por su nombre, así como usar siempre adverbios de lugar en vez de especificar un sitio: "Dame eso de ahí". "Estoy aquí". 

Los superlativos y comparativos ya caen en el desuso y, lo que es peor, en el desconocimiento generalizado, hasta el punto de que alguna palabreja nos puede llegar a sonar extraña. ¿Cuántas veces escuchamos en un solo día la palabra famoso? La utilizamos para todo. "El famoso caso de la niña desparecida. El famoso director de cine. La famosa frase de Abraham Lincoln." ¿Sabíais que existe la palabra célebre? ¡Y su superlativo es celebérrimo! ¿Cómo diríais que algo es muy negro? Tal cual lo acabo de escribir, ¿no es así? Diríamos que es nigérrimo, o incluso negrísimo en su forma coloquial. Pero saber todo este vocabulario sería ocupar un espacio innecesario en nuestra mente, espacio que necesitamos para aprendernos los jugadores de todos los equipos de Primera División y sus respectivas trayectorias deportivas, o para poder decir todos los nombres de las nuevas especialidades culinarias en su idioma original (cupcakes, cookies, quiche...). Incluso con las nuevas tecnologías nos acomodamos y nos aprendemos el nombre en inglés (hasta la propia RAE los acaba adaptando y aceptando) antes que pensar una palabra que lo identifique. 

Quede claro que no estoy hablando del lenguaje coloquial, donde los "joder, tío, qué pasa, colega, qué hay, macho, no me toques los..." etcétera inundan por completo cualquier conversación mundana. Puedo entender que existan distintos registros del lenguaje, pero... ¿realmente marcamos una sepración entre ellos? ¿Somos capaces de diferenciarlos?

No voy a entrar en los motivos que nos llevan a todo este caos léxico (pantallas en vez de libros, falta de interés por parte de la mayoría de gente...), simplemente desde aquí animo a todo el mundo a tratar de mejorar su lenguaje, a expresarse con la máxima claridad y a usar todo el vocabulario del que buenamente disponga cada uno, sea en el idioma que sea. Seamos precisos en nuestro hablar, ¡seguro que las ganancias son mucho mayores que las pérdidas!



'Chapao' a la antigua

Estos días estoy conociendo mucha gente nueva y estoy retomando viejas relaciones con ilusiones renovadas. Recordando vivencias casi olvidadas y viendo a personas de las que me doy cuenta que no debí distanciarme. Una de ellas, tras cotillear someramente mi perfil en las redes sociales, llegó a este blog y me comentó que le encantaba. De hecho, lo ha difundido por todas partes y las visitas han vuelto a subir pese a no haber publicaciones recientes. 
Hasta hoy no he conseguido mantener una regularidad en la publicación de entradas en este espacio virtual. Pero he cogido el compromiso de mantenerlo actualizado, de dar que hablar por lo menos una vez por semana, o darlo por cerrado. ¡Vale la pena dedicarle unos minutos a darle al coco!
Y, cómo no, las puertas están abiertas para todos. ¡Comentad lo que os plazca!

Hablando con los amigos la semana pasada me sorprendí diciendo algo así como "yo debo de estar 'chapao' a la antigua". No sé a qué vino, pero desde entonces no me lo quito de la cabeza. 

Tengo 24 años pero no me reconozco en la forma de pensar de la mayoría de la gente joven de hoy en día. 
Este año en el club de baloncesto en el que trabajo desempeño las funciones de coordinador, y al hablar con los entrenadores que están entre los 18 y los 26 años me doy cuenta de que no pensamos igual. Me siento muy lejano a sus razones, muy distante de sus maneras. Empezando por los modales, las confianzas para con los jefes y directivos, la seguridad de que no se equivocan y de que todo el mundo puede hacer cosas por ellos. Si bajamos la edad, uno se da cuenta de que los adolescentes no tienen ningún respeto hacia los desconocidos. Ya no digo a los adultos, ya no digo a los profesores, ya no digo a sus propios padres. Ni siquiera guardan respeto hacia aquello que no conocen. Y, obviamente, no temen nada
Los más pequeños están igual: aún teniendo en cuenta su niñez, uno puede notar que no temen ninguna consecuencia, ninguna represalia, llegando incluso a encararse con cualquiera que les pueda llevar la contraria. 

Si dejamos de lado el respeto y hablamos de mentalidad, tampoco creo que mi mente vaya a la par con la de mi generación. La cultura del esfuerzo, del trabajo y la superación en la que yo me he criado y en la que creo (gracias Pedro y Madre, yo todavía creo que puedo cambiar el mundo) ha sido sustituida por la del escaqueo y el trampeo.

Puedo ir más allá. ¿Cómo son los papás primerizos de hoy? Como en todas las publicaciones, diré que no se puede generalizar, cada persona es un mundo. Pero si uno se planta a la salida de cualquier escuela de primaria a las 17 de la tarde y escucha las conversaciones de esos padres mientras esperan a los niños... Qué pena. 
La forma de hablar, los temas de conversación... Poco que comentar.

La forma de enfocar la vida, los objetivos personales... Tampoco creo que me asemeje a mis contemporáneos en eso. Mi vida queda lo suficientemente retratada entre las líneas de esta página, qué os voy a contar ahora. Y demasiada es la gente que queda sorprendida con lo que digo, incluso de que se me pasen por la cabeza estas ideas para escribir. ¡Cómo si hubiera publicado alguna ley desconocida de la naturaleza! 

Incluso en las relaciones personales, en el contacto físico, en una conversación privada con alguien, en el sexo... creo que estoy desfasado. Todo ahora es fácil y volátil, todo es insignificante y efímero, sin importancia. Nada de citas, nada de conversaciones interesantes, nada de hablar durante horas, nada de dedicarle tu tiempo a la otra persona, física o intelectualmente. Pim pam.

Pero sé que no soy un bicho raro. Todavía hay gente (mucha) con la que me identifico en su forma de pensar. Quizás sean bastante mayores que yo, pero me niego a que todas esas formas y esa educación caigan en saco roto. Me niego a saltar sin contemplaciones una generación.

En resumen, in my humble opinion, creo en el avance y en el progreso, creo firmemente en la mejora. Pero no creo en los saltos radicales para evitar los pasos duros del camino, que creo que es lo que la generación actual está haciendo. ¡Y no hablo de política ni de estudios! Hablo de valores. 

We are the ones who will make a brighter day

... yo todavía creo que puedo cambiar el mundo.

Puedo marcar la diferencia. Puedo ayudar. Puedo educar. Puedo dar. Voy a hacerlo.
Voy a pensar en ti antes que en mí. Voy a dejarte pasar si tienes prisa, te acompañaré si me necesitas. Porque mi tiempo no es más valioso que el tuyo. Porque mi vida no es más importante que la tuya. 
Es más, tú haces mi vida importante... Y no te conozco de nada.

Pero gracias a ti, compañero en el camino, vivo. Gracias a ti y a todos los que te rodean. Gracias a todos los que están conmigo y los que no lo están. Todos formamos parte de lo mismo, todos estamos unidos, lo creas o no. Lo que tú usas yo lo fabriqué, lo que yo como tú lo recogiste. 

Lo que yo le haga a este planeta te repercutirá a ti. Y a tus hijos. Y eso me afecta, nos debiera afectar a todos. No pienso en el mundo que le voy a dejar a mis hijos: pienso en el mundo que le voy a dejar a los tuyos, que seguro que no tienen ni la culpa ni la menor idea de nada de lo que está pasando.

Bondad. Aún creo en la bondad. En actuar en pos de los demás. En hacer lo posible por hacerte feliz, porque tu vida sea plena. Porque así me doy cuenta de lo fácil que es ser feliz. Te voy a dar los buenos días, las buenas tardes y las buenas noches. Te voy a dar las gracias, y lo haré de todo corazón. Te ayudaré a levantarte cuando caigas, aunque no te conozca de nada. Te dejaré sentar allí donde esté sentado, no importa la edad que tengas, pues mis piernas podrán descansar en otro momento. 

Te regalaré libros y te enseñaré a leerlos. Te animaré a que pruebes el deporte, te enseñaré a nadar. Y no lo haré porque yo crea que es algo bueno para ti; haré todo eso por si algún día tú lo crees y lo quieres hacer. 
Ante todo, no te obligaré. Te enseñaré a creer en las personas y en su capacidad. Te enseñaré que para ser un jefe de empresa, un capitán, un director o un presidente, no tienes que ser el mejor en lo tuyoTienes que ser el que saque lo mejor de los tuyos. 
Te voy a enseñar todo lo bueno que hay en ti, porque el mundo necesita gente como tú. Por favor, quédate con esto. Necesitamos personas. No esperes que lo hagan los demás, tú eres el que puede mover esto.

Y ahora, fíjate. Cada vez que vas a decir algo malo de alguien, durante una fracción de segundo pasa por tu mente la idea de no decirlo, de que quizás no sea necesario, que es un mal evitable. Es una decisión. Decide reprimir esa basura. ¿Qué consigues? Ganarte a un grupo haciendo daño a otro. Subir tú haciendo bajar a los demás. 
¿Sabes? Yo no subí hasta aquí solo. ¿Acaso tú sí? Muchos nos han ayudado sin pedir nada a cambio, nos han dado sin esperar, nos han enseñado. Y ahora sólo pensamos en subir más, y más... dando patadas a los que nos siguen.
Ayúdales. Hazles mejores, dales una oportunidad como te la dieron a ti. Quizás no hoy, ni mañana, pero te lo agradecerán. Y quizá tarde en llegar, pero ese día sentirás lo que yo hoy siento, y te prometo que no hay nada mejor. 

Si hoy este pensamiento consigue hacer saltar una pequeña chispa en tu mente, mi buen amigo, por breve que sea... Si sólo consigo hacerte pensar un momento en ti mismo, y hago que veas lo importante que es tu forma de hablar y tu forma de actuar para todos los que te rodean, entonces ya puedo darme por satisfecho.

Mi mente no alberga duda. Tengo una meta, tengo un objetivo en la vida, algo a lo que deseo dedicarme con todas mis fuerzas. Quiero formar personas. Quiero marcar tu diferencia. Quiero ayudar. Quiero educar. Quiero dar. 

Y voy a hacerlo porque... yo todavía creo que puedo cambiar el mundo.

Cuatro pasos para ser fe... para vivir mejor!

He echado un vistazo a las entradas de este blog, tratando de verlo con ojos ajenos, es decir, cómo lo vería alguien que no fuera yo. He visto que en él se habla de muchas cosas distintas, que se tocan muchos temas, y que en la mayoría de escritos predomina la crítica hacia actos o actitudes humanos. En mi propia defensa diré que en todos los casos trato también de dar una solución, una propuesta de cambio a mejor, pero lo cierto es que puédese pensar que el autor de este rincón de pensamientos sólo ve cosas negativas alrededor.

Así que esta vez voy a tratar de componer una de aquellas entradas a las que todos podamos recurrir en caso de emergencia, algo positivo, algo que nos ayude a retomar el camino hacia nuestros objetivos. Os animo a leerlo hasta el final.

"Relajémonos. Levantemos por un momento la cabeza y miremos hacia adelante. ¿Qué es lo que hay? Y más importante: ¿Qué vemos nosotros? Dirijamos nuestras miradas aún más arriba, sin miedo, un poco más... 
Dejemos por unos segundos la mente en blanco, vamos a borrar la nube de pensamientos, sólo vaciemos la conciencia, vamos a hacer limpieza...

Bien, ahora ya estás dispuesto a volver a empezar. La mente no es más que una sucesión de pensamientos que van y vienen, y somos nosotros los que dejamos que enraícen unos u otros. Ahí está el primer paso: no dejes que ningún mal pensamiento se haga hueco en tu cerebro. Si tus problemas tienen solución, no debes preocuparte, minimízalos y ponte a ello enseguida. Si no tienen solución, no sirve de nada preocuparte. El cerebro es el más avanzado de nuestros órganos, la mente el más poderoso de nuestros sentidos. Sustituye un mal pensamiento por uno bueno, y pronto verás que aquella montaña que estaba creciendo en tu cabeza y que tapaba todo lo demás no era más que un granito de arena en el zapato. 

Segundo paso: Haz que pasen cosas buenas. Haz aquello que te guste, provoca la sonrisa de los demás. Sonríe todo el tiempo, y verás cuanta gente te lo agradece. Cuídate a tí mismo, dibuja, pinta o canta, sal a correr, ponte la música a todo volúmen, empieza ahora mismo aquello que hace tanto que quieres hacer y nunca encuentras el momento. El momento adecuado es aquél en el que más te apetezca hacerlo. Si llueve, sal a la calle y mójate entero. ¿Qué mal te puede hacer? Sé sincero, ten la conciencia tranquila y la mente despierta, ríete de cualquier nimiedad que se te presente. Vuelve a ser un niño, moldea una nueva forma de pensar. Verás que todo empieza a coger colores vivos y vistosos, verás que las personas son geniales pero viven atrapadas. Ayúdales a ser felices, y te sentirás día a día más feliz.

Tercer paso: Ponte metas. Márcate un objetivo y arranca ya mismo a cumplirlo. Ponte un plazo, algo que te motive a superar el reto y que no te permita aplazarlo. Proponte empezar aquello que siempre hubieras querido ser, deja que aflore el artista que llevas dentro, saca el pico y la pala y ponte a trabajar. El destino es lo de menos, créeme. Pronto verás que lo que te hace feliz es el camino, la satisfacción de tener la conciencia tranquila y de estar luchando por hacer aquello que más te gusta. 

Mientras leías ésto has estado imaginando cómo empezabas a cumplir tu sueño, y has visto por unos segundos qué fácil puede resultar ser feliz. Ese es el último paso: visualízate a ti mismo logrando el objetivo. Mírate durante el recorrido, piensa ya en los pasos que vas a dar; así en el momento de andar todo será más sencillo.

Ahora, antes de irte, mírate al espejo. ¿Qué límites tiene esa persona que hay ante ti? Piensa en algo, una sola cosa, que él o ella no pueda hacer. Algún objetivo que no pueda cumplir. ¿Se te ocurre algo?
No dejes que nada te frene, elimina tus miedos sustituyéndolos por la imagen del éxito.

Ánimo, exprímete, tú eres quién pone los límites. Vive duro, sácate provecho, enseña a los demás. No te guardes nada, pues nada te va a servir más adelante, y...¡Ríe todo lo que puedas!"

Si he conseguido ayudar a alguien, por poco que sea, a mejorar su vida, habré conseguido mi objetivo. Ya soy un poco más feliz. ¡Y espero que ese alguien me ayude a enganchar a todos los demás!

PS: Os dejo un par de canciones muy cortas que reflejan algo de lo aquí escrito... Porque quién mejor para ayudarnos a comprenderlo que Baloo, Timón y Pumba!



M...¡Móviles!

Somos imbéciles, y en vez de ir a mejor, nos idiotizamos cada día más.
¿Nadie se da cuenta del punto al que hemos llegado con los móviles?  ¡Todo el día enganchados! Las conversaciones de hoy en día se reducen a un par de comentarios, una pregunta al aire y un móvil que aparece para sacarnos de dudas. Nos aburrimos, y sacamos el móvil para jugar, revisar el correo por enésima vez en el día o, a menudo, simplemente para pasarle el dedo por encima y mover la pantalla. 

Y aún hay algo peor: la mensajería instantánea, con el archiconocido Whatsapp como motor principal de estupidez humana. 
Sólo dos incisos al respecto: 
1 - Debería ser una herramienta que permitiera, de forma gratuita, dejar un mensaje corto por escrito para que nuestro interlocutor, cuando pueda, lo mire. Vaya, la mejora del servicio de SMS a un sistema sin pago. Pero lo hemos transformado en algo a lo que estar pegados, de lo que hay que estar pendiente por si nos mandan algo urgente. ¡Por lo que más queráis, si algo es urgente, llamad! Qué tiempos aquellos en los que no había móviles... ¡Ahora estamos controlados constantemente! 
2 - Perdemos el contacto humano. Estamos con la família, los amigos, en el trabajo, con un montón de gente a nuestro alrededor a la que no hacemos caso por estar chateando con personas que están en otra parte. Y, cuando nos vemos con esas otras personas, tampoco estamos por ellos porque nos whatsappeamos con los primeros. ¿A qué estamos jugando? 

Es deprimente... Somos el ser vivo más autodestructivo del planeta y nos jactamos de ello. 
¿Alguien que comparta mi opinión? 

De rutinas y sonrisas

¡Primera publicación del año! Ya estamos a mediados del primer mes, y rondamos el momento cumbre de todos aquellos propósitos que nos hacemos al empezar el año. Digo el momento cumbre ya que es ahora cuando las fuerzas empiezan a flaquear y la rutina nos arrastra de nuevo a su infinita monotonía.

Pues bien, mi escupitajo de hoy va para todos aquellos que vivimos en la ciudad. Esa rutina antes mencionada absorbe especialmente a los que vivimos en grandes urbes, siempre estresados, siempre deprisa, siempre lo mismo. De vez en cuando, cuando variamos medio grado nuestro rumbo, nos hacemos creer a nosotros mismos que estamos haciendo cosas diferentes, que rompemos con ese ritmo de vida agobiante y que no nos deja tiempo ni para pensar (y todos sabéis mi opinión sobre pensar...), pero muy pocos son los que realmente son capaces de desconectar, de cambiar el chip o de disfrutar realmente de la vida en una gran ciudad.


El martes, como cada día, estuve haciéndole kilómetros a la bicicleta estática del pequeño gimnasio al que voy. Sí, voy al gimnasio prácticamente a diario, irónicamente y de forma análoga a mi historia de hoy, el gimnasio es parte de mi rutina. Para no aburrirme pedaleando me puse a leer Correr o morir, de Kilian Jornet (gracias Cristina, un regalo genial!). En un momento determinado, Jornet, criado y residente en la zona norte de Cataluña (cerca de los Pirineos), comenta lo agobiante que es para él el día que tiene que bajar a Barcelona. 
Fue entonces cuando me puse a pensar en el mundo totalmente distinto que es una gran ciudad. No es que sea otra forma de vida, es que es una vida aparte. Pese a que odio generalizar, sé que por poco erraré si digo que hay un prototipo de adulto en la ciudad: aquél que se despierta temprano y con el tiempo justo para comer algo o ducharse y se sume en el denso tráfico matinal para ir a trabajar. Pasa 8 horas (quizás más en estos días) haciendo repetitivas tareas, pegado al teléfono y en constante tensión. A media tarde vuelve a casa, más agotados sus pensamientos que sus piernas, y va a buscar a los niños al colegio, o a arreglar un poco la casa y hacer la cena. Después de cenar, un rato de televisión en el sofá donde se quedará casi seguro dormido, y en el tercer intermedio decidirá irse a la cama para dormir otras 6 o 7 horas.

Antes de objetar, párense a pensar: pueden añadir algo de gym, cambiar libros por televisión, algún partidito de fútbol con los amigos, algún que otro día que cenen fuera... Pero la fórmula sigue siendo la misma.

Me refiero a que cuando somos pequeños, nos hacen ir al cole a aprender cosas cada vez más inútiles, nos cargan de deberes y de exámenes, para que podamos conseguir un trabajo de mayores. ¿Para qué queremos un trabajo? Para tener dinero para vivir. ¿Y qué pagamos con ese dinero? Mayormente la comida, el agua, el gas, la luz, la escuela y el coche o el transporte público para ir al trabajo. A trabajar más para intentar ascender, y trabajar más horas para ganar más dinero. Siempre deprisa, siempre lo mismo. Apenas dedicamos tiempo a educar de veras a nuestros hijos, que es lo realmente importante para el día de mañana. Lo ponemos en manos de otros. Tampoco vamos con ellos al parque o a hacer deporte. Lo ponemos en manos de otros. No disfrutamos realmente de la compañía de nuestra pareja. Y en algunos casos, sin saberlo, lo estamos poniendo también en manos de otros. No sé si me explico...

Cada día reenviamos e-mails que nos llegan con frases profundas y significantes, con metáforas e historias con moraleja; nos emocionamos al leerlas. ¡Qué razón tiene! Antes de haber cerrado la ventana ya estamos pensando en otra cosa.
Vivimos rápido y vivimos mal. Vivimos robotizados, mecanizados, con apenas margen a la imaginación, a la intuición, a la espontaneidad. Rara vez hacemos planes, y con frecuencia los posponemos. Cuando se quieran dar cuenta, tendrán más años de los que recuerden haber vivido, y no habrán hecho nada de lo que algún día planearon.


Una de las citas que más veces he oído dice algo como:
Me sorprende el hombre, porque pierde su salud para ganar dinero, y después pierde el dinero para recuperar la salud; por pensar ansiosamente en el futuro, no disfruta el presente, por lo que no vive ni el presente ni el futuro. El hombre vive como si no tuviese que morir nunca, y muere como si nunca hubiera vivido.

Hay muy poco que añadir a esto. 

Apaguen toda la electrónica. Salgan a pasear o a correr, llévense a sus hijos a las montañas a que vean aquellos animales que sólo conocen por los dibujos de los libros de texto. Reúnanse con los amigos que les queden en cualquier bar donde no estén echando el fútbol. Vayan al cine, al teatro. Digan buenos días al llegar a su puesto de trabajo. Deseen, y deséenlo de verdad, a sus compañeros y allegados que tengan un buen fin de semana, una feliz navidad o unas reparadoras vacaciones. Sonrían por la calle y allá a donde vayan.


        Apaguen el televisor.

                                   Desconecten el maldito teléfono móvil.

                                                                          Activen el cerebro antes de que sea demasiado tarde.