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Voy a colgar...

"Temblaba... Temblaba con cada uno de sus abrazos. Apenas podía controlar mi cuerpo que me pedía que no me despegara jamás del suyo, que hiciera lo posible por mantenerlo siempre cerca de ella, a salvo... Mi cuerpo, tan a menudo más sabio que mis pensamientos, sabía que era el único modo de evitar que ella saliera volando.

Porque Cora solía volar. Como un pájaro, no podía saber cuando iba a abrir las alas y despegar, dejando atrás aquello que la hacía sentir incómoda o enjaulada.
Siempre medí mis palabras, mis gestos, mis actos; una discusión o un mal movimiento la haría emprender el vuelo. Si me acercaba demasiado y se sentía atada o aprisionada, volaba hacia ningún lugar, ávida de libertad y ligereza. Si le daba demasiado espacio y se sentía sola, volaba hacia quién le tendiese una mano y le ofreciera seguridad. Sin aviso previo, sin nada que me hiciera pensar que estaba a punto de perderla. 

Y cada vez que ella volaba se me encogía el corazón. La perdí muchas veces, y cada una de ellas la sentía como si fuera la última, como si no fuera a volver.  Porque Cora es libre y orgullosa y no necesita de nadie que vele por ella. Y porque yo no podía hacer nada para que regresara sin ahuyentarla un poquito más de mi lado, más que esperar si aquello que yo creía poder ofrecerle pesaría más en su balanza. 
Así es que cada día que la veía me daba cuenta de lo afortunado que era porque seguía allí, un día tras otro, esperándome o viniéndome a visitar. Y yo no podía ser más feliz. 

Pero estaba siendo egoísta. Tratando siempre de hacer lo que a mi parecer era lo mejor para ella, buscando siempre la manera de hacerla sonreír, lo que buscaba en realidad era mi propia felicidad al mantenerla cerca. Porque por mucho cariño que le des, por mucho alimento, agua y sol que le proporciones, un pájaro enjaulado jamás será feliz. 
Porque su instinto es y será siempre el de batir sus alas y partir. 
Y sí, tal vez cuando marche recordará con cariño el tiempo pasado pero probablemente no sienta jamás el deseo de regresar. Porque podemos cambiar lo que hacemos, pero no quienes somos.

Así que hubo una última vez. Un último vuelo inesperado en el momento, pero que venía siendo anunciado tiempo atrás. Un vuelo que espero no se detenga nunca y que la haga sentir libre. 

Y yo, mientras tanto, sigo temblando al escribir estas líneas como temblaba al sentirla entre mis brazos, y una lágrima cae manchando el papel al recordar su sonrisa más sincera."


Carta de Nico a Cora
Epílogo


"Desgarrándome, suplicándote, intentando hacerte recordar... pero tú sólo dices: voy a colgar."
Temblando, Hombres G.