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De dracs i cavallers (escrit per l'Ia)

Perquè avui és Sant Jordi i el dia és preciós, i calia dir alguna cosa. L'Ia és aquí amb mi, ella m'ajuda amb les paraules, ella em dicta i vol que rimi, com si fos anellant baules. 

Avui és dia de llegendes, de dracs i cavallers. De pobles i princeses, de reis i de diners. 
De llibres i de roses, floristes i llibreters.
De nois, de noies. D'amors, regals i joies. 
De proesa i valentia, de somriures i alegria. D'allò que més m'estimo i a qui vull donar el meu dia. 

Avui obro els calaixos i trec escrits que he anat guardant. Les poesies de més jove, les cartes de més gran. 
Algun dia duré mes paraules a aquells per qui van ser escrites. Igual que ara, serà estrany llegir línes en veu alta mai dites. 

Avui és dia de cavallers i no de covards, és dia d'estimar i, sobretot, fer passos endavant. 
Perquè no hi ha drac prou gran per vèncer algú que sap què vol, i que s'hi deixa la cuirassa, l'escut, l'ànima i l'espasa, i enfronta ses pors tot sol.

Pels nois, avui sigueu valents. Armeu-vos de valor i no deixeu paraula entre les dents. A falta de ferralla vestiu-vos com vulgueu, d'espasa us farà el somriure i la millor rosa que trobeu. 

I per les noies, si podeu, deixeu-vos estimar. Avui tots els nois som cavallers, permeteu-nos matar el drac. Cap llibre és recompensa si en braços de la princesa no podem acabar. 


Bé, l'Ia ja se'n va. 

Gràcies per aquest escrit, i desitjar una molt feliç Diada de Sant Jordi a tothom!


Suerte: De fortunas y desgracias

Hoy les voy a hablar sobre uno de los temas más recurrentes en mis pensamientos: la suerte
¿Existe la suerte? ¿La hay buena y la hay mala? ¿Y si existe... qué es la suerte?
Lo cierto es que no hago más que darle vueltas, y constantemente encuentro argumentos para justificar su existencia y su inexistencia. Vamos, ¡que no hago más que contradecirme y me estoy volviendo loco!

Soy un tipo muy optimista. Suelo encontrarle el lado positivo a casi todo, y suelo mirar más allá para acordarme de que las cosas malas también pasan y quedan atrás. Siempre me he considerado afortunado (ya empezamos...) por todo lo que tengo, que es mucho y es genial.

Ahora bien, todo esto que tengo y que me encanta... ¿Acaso me ha caído del cielo?

Algunas cosas sí. Por ejemplo, no he podido escoger mi familia, pero es la mejor que podría tener.
Pero la mayoría de cosas que he conseguido han sido fruto de horas de esfuerzo, de búsqueda, de charla, de tira y afloja... Está claro que no todo depende de uno mismo, pero cuando uno hace todo lo que puede hacer... ¿Es la suerte la que decide si acabo consiguiéndolo o no?

No creo que sea así.

Si al primer currículum que echo me llaman y me dan el trabajo, ¿he tenido suerte? Sí, si lo miramos desde mi punto de vista. ¡Abramos el ángulo, egocéntricos!. Ese trabajo me lo han dado unos encargados de recursos humanos que se dedican a ello y lo han considerado así. No, la suerte no ha tenido nada que ver. Si lo merecía yo u otra persona es decisión de alguien, y para quién está tomando ese chance la suerte no es un factor de elección.
Si lanzo un balón a canasta desde medio campo y de espaldas, y entra a la primera, ¿he tenido suerte? No, damas y caballeros, es física. Si lo he lanzado con la fuerza exacta y en el ángulo adecuado el balón entrará, la suerte no influye.

Pero ¿y si no era mi intención hacer algo que sucede y me beneficia? ¿Y si el balón se me escapa de las manos cuando trato de pasarlo en medio de un partido, y se mete en el aro? ¿Y si el amor de mi vida decide hablarme un día en un bar o en el metro? O si topo por casualidad por la calle con mi futuro mejor amigo... El hecho de que nos hayamos encontrado es fruto de un millar de decisiones previas que han hecho que acabáramos en ese momento en ese lugar. Pero para mí ¿Acaso eso no es suerte?
Los sorteos en los cruces de eliminatorias, los juegos de azar, los dados...

Los que me conocen y creen en la suerte dicen que soy gafe. Si algo digamos... raro puede pasar, allí donde yo ande pasará. Lo he venido diciendo en las últimas publicaciones: suceden muchas cosas a mi alrededor, algunas dignas de libro (y yo jamás menciono un libro en balde). Pero también hago muchas cosas, así que es más probable que sucedan. Si existe la suerte ¿soy yo el que la busca o ella la que viene a mí?

Como veis, mi debate interno es infinito.
¿Qué opináis? 

Hoy voy a acordarme de Boris, un compañero que en poco tiempo me enseñó muchísimas cosas, un gran entrenador de baloncesto y con unos valores personales admirables. Copio aquí un texto que me pasó él hace algún tiempo y que recuerdo con mucho cariño:


“¿Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo?”

En una aldea muy pobre vivía un hombre ya mayor con su hijo; por toda fortuna tenían un viejo caballo que utilizaban para trabajar llevando la carga de la cosecha.

Un día en el pueblo se produjo una fuerte tormenta, y con los rayos y relámpagos el caballo se asustó, se soltó de sus ataduras y escapó.
A la mañana siguiente todo el pueblo se enteró de la noticias, se acercaron a él y le transmitieron su pesar.
- ¡Qué pena hombre! Ahora ¿cómo podrás arreglártelas sin el caballo para el trabajo? Ya es una fatalidad que se escapara.
El hombre con una expresión impávida dijo:
- “Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo...”

Al día siguiente el hombre por la mañana descubrió que en la parte trasera de la casa había vuelto su caballo con otros caballos salvajes venidos del monte.
Todo el mundo se alegró en el pueblo y fueron a dar la enhorabuena al hombre diciéndole:


- Ahora serás rico, podrás vender estos caballos y así tener un campo y una casa mejor!
Y el hombre volvió a responder a las bienaventuranzas: “Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo...”

Su hijo, que era un muchacho joven y curtido, comenzó a domar a los caballos salvajes pero con tan mala suerte que uno de los caballos lo tiró al suelo y el joven se rompió una pierna. Todos en el pueblo acudieron a ayudar a entablillar la pierna del joven.
Todos estaban apenados ya que el joven era el único apoyo que tenía el hombre mayor para realizar la doma de los nuevos caballos y volvieron a su casa diciendo: 


- Qué pena, ahora no podrás domar los caballos y encima te gastarán comida.
El hombre volvió a repetir:
“Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo...”

De ahí a unos días llegaron al pueblo unos delegados del rey reclutando a todos los jóvenes de la aldea para que fueran a la guerra. Todos estaban horrorizados salvo el hombre mayor, ya que su hijo sería el único que no se llevarían y entonces volvió a repetir:



“Quién sabe lo que es bueno y lo que es malo..”