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Tiempo Muerto

Final del tercer periodo. 16 puntos arriba en el marcador. Se inicia el último cuarto, salimos con una pájara monumental. Parcial de 0 a 10, el rival se coloca a tan sólo 6 puntos… Llega el momento clave para el entrenador: ¿Pido Tiempo Muerto?

Veamos primero qué es y para qué sirve esto a lo que llamamos Tiempo Muerto:
Cuando un entrenador pide Tiempo Muerto se concede a ambos equipos un minuto de descanso, con el reloj de partido parado, para que jugadores y entrenador analicen, corrijan, se motiven o simplemente para eso, dar descanso a los jugadores.
Ahí es donde el entrenador debe mostrar sus dotes de mando, y sobre todo de claridad de ideas y síntesis de las mismas.

Bien, sólo disponemos de un minuto, así que hay que saber qué decir, centrándonos en lo que creamos más importante. Y he aquí el primer error que cometemos todos a menudo: ¿Qué es lo más importante a corregir?
Obviamente depende de la situación, y a menudo nos equivocamos al hacer hincapié en un aspecto del juego en vez de otro, lo que como veremos más adelante suele generar dudas y confusión en los jugadores.
Segundo punto: ¿Cómo lo digo? Estoy durante un minuto en el punto de mira de los jugadores, me escuchan atentamente, y es importante hablar con el tono adecuado y las palabras correctas. Hay que corregir los errores, pero a la vez animando y motivando esas almas a seguir disfrutando y creyendo en sí mismos y en su juego.
Tercer y último punto: capacidad de sintaxis. Tengo solamente un minuto, así que además de dar pocas instrucciones y hacerlo de la forma adecuada, tengo que resumir para no dejarme nada en el tintero.
Parecía fácil, ¿eh?

Sabiendo ahora qué es y para qué sirve esta breve interrupción del juego, analicemos:
Estamos jugando en casa, ante nuestro público, en una cancha que conocemos a la perfección, y además estamos seguros del estilo de baloncesto que practicamos. De hecho, nos ha dado resultados durante los tres cuartos anteriores, pero en éste algo falla. Nos han variado su defensa, los lanzamientos no entran, cometemos faltas inocentes, hay precipitación… vemos como nos han remontado diez puntos. Todavía vamos ganando, pero nos entra miedo, tenemos una creciente sensación de inseguridad, y para colmo el contrincante tiene la moral por las nubes al ver que las cosas les salen bien y que pueden con cualquier cosa.
Como entrenador lo veo todo sin salir de mi asombro. Soy el líder de estos chicos, me seguirán donde haga falta. Debo dar ejemplo, transmitir mi serenidad y mi confianza hacia ellos y hacia lo que están haciendo. Yo tengo muy claro que no pasa nada si perdemos, esto es un juego, y lo amamos por todo lo que conlleva. También por esto. Pero no es lo que esas almas quieren oír.
Llegamos al quid: ¿Debo pedir el Tiempo Muerto?
El 90% (porcentaje no comprobado estadísticamente, vamos, que me lo he inventado) de las ocasiones así lo hacemos, porque parece lo más lógico, lo que me dicta el sentido común: así puedo comentar los errores, demuestro mi tranquilidad y los animo a seguir.
Lo que también pasa la inmensa mayoría de veces es que el propio entrenador no atina con sus comentarios, abronca, incide en demasiados aspectos a mejorar… Nadie nunca dijo fácil.

Esto provoca confusión a los chicos, que saltan a la pista sin tener muy claro qué hacer, y el resultado es de esperar. No sólo no se mejora, si no que se cometen todavía más fallos. Derrota, todos descontentos, tristes y lo peor de todo, desilusionados al creer que no han sabido poner en práctica lo que saben hacer en el deporte que aman.

Pero si tan mal sale… ¿No pido el minuto? Esto transmitiría mi confianza hacia los jugadores, les estoy dando libertad y seguridad en lo que están haciendo sin órdenes que seguir. Pero habitualmente tampoco es esto lo que consigo, sino que puedo dar la impresión de estar dando el partido por perdido, de no tener recursos que imprimir en los jugadores a los que tan bien conozco y que tan bien me conocen, los cuales tal vez necesiten de veras sentirse arropados, tan sólo durante 60 escasos segundos, por sus compañeros, bajo la tutela y la cercana vigilancia del entrenador.

Difícil elección. En realidad, se pida el recurrente Tiempo Muerto o no, hay que tener muy claro qué pretendo conseguir y cuál es la mejor forma de hacerlo. Es probable que me equivoque haga lo que haga, mas de una forma u otra debo afrontar la situación.

Supongo que vosotros, mis perspicaces lectores, habréis dado buena cuenta de las similitudes de esta común situación de este común deporte con los baches que se nos presentan a diario en la calle.
Ahora, cuando se nos acumulen las tareas y los problemas se amontonen, deberemos hacernos la pregunta: ¿Pido Tiempo Muerto?