Visitas hasta ahora

De cuentos o constancia

Después de mucho tiempo dándole vueltas a algo, y tras haber pasado por todas las fases emocionales posibles al respecto (incomprensión, desánimo, indignación, rabia hasta la actual aceptación) he decidido ponerlo por escrito para, al menos, sacármelo de encima de una vez.

Cada día el esfuerzo brilla más por su ausencia. 

Está en boca de todos últimamente el tema político, nos metemos con todos ellos, con su poca preparación, con su negligencia, con su morro, con el poco mérito que decimos tienen la mayoría por estar ahí (que si enchufes, que si favores...). 
Pero, en el fondo, la mayoría pagaría por conseguir algo sin hacer nada para conseguirlo. Por vivir del cuento, vaya. 

Los niños se quejan de la dificultad de los exámenes, de los profes que les tienen manía, de la cantidad de deberes... Seamos realistas, la cantidad de horas que dedica un alumno medio a estudiar hoy en día es mucho menor que la que dedica a las consolas (caso de los niños) o a salir con las amigas o hacerse fotos frente a espejos (caso de las niñas). 
Pero poca es la voluntad, la constancia, el esfuerzo que le ponen para conseguir los resultados. Es más fácil que me lo expliquen mis padres en casa o me pase los apuntes el listo de la clase o que venga un profe de refuerzo a explicármelo. 
Así reduzco mi tarea al mínimo.
Créanme, convivo con ello a diario, es mi trabajo. Sé de lo que hablo.

Cuando crecen y son jóvenes, entonces lo que es una mierda es encontrar trabajo. No hay nada. 
Aquí sí que entramos en un tema difícil. Quizás incluso entre en controversia. 
Está claro que no estamos en la mejor época para encontrar trabajo, y mucho menos encontrar el trabajo que queremos o para el que hemos estudiado. Pero en muchos casos tampoco se puede decir que haya cero opciones.
Seré claro: sigue habiendo los trabajos que muchos ni siquiera consideran como opción. Aquellos que requieren un esfuerzo físico en una obra, en un campo de cultivo o en un almacén, el ir puerta a puerta promocionando o repartiendo publicidad. Atendiendo llamadas telefónicas. Pero muchos jóvenes de hoy en día no quieren ni oír hablar de ese tipo de trabajos. Son muchas horas para poca remuneración, nulo proyecto de futuro... 
Cierto, es más fácil quejarse y seguir sin hacer nada mientras lloro.

Ojo, no generalizaré. Hay muchos otros jóvenes que cazan al vuelo la primera oportunidad que tienen, les guste o no. Olé por ellos. Y hay otros muchos que querrían hacerlo y no pueden por muchas circustancias que se dan. Olé por ellos también.

Y luego llegamos a los adultos, los "mayores", los que supuestamente tienen ese punto de cordura, de sensatez... También ellos están deseando vivir del cuento. Esos que saben de todo porque escuchan la radio, y no se paran a razonar lo que escuchan. Esos que compran lo más caro por que es más probable que salga mejor. Es otra forma de esfuerzo, el pensar. 
Tienen hijos, y los apuntan a todas las actividades extraescolare que encuentran. No hablo de los padres trabajadores que no están en casa por las tardes y que no pueden estar con el niño. Hablo de aquellos que enseñan al niño a descolgar el teléfono y preguntar al compañero antes que a abrir un libro y buscar.
Hoy en día, en el deporte: dopaje para ganar. Hablé de ello en el anterior post. Venga hombre, si quieres algo, cúrratelo. Gánatelo. 
Los chicos y chicas que ven por la tele el deporte y les dicen a su papá o mamá que quieren apuntarse, por ejemplo, a natación sincronizada. Y, cuando en la primera sesión la entrenadora las pone a nadar 1500 metros para empezar, se repiensan esa nueva afición. Mejor el pádel. Y cuando te dicen que tienes que salir a correr para estar en forma...

En fin, que me voy por las ramas.

Yo creo en la cultura del esfuerzo. Creo en trabajarme las cosas para lograr lo que quiero. Cierto es que la suerte influye muy a menudo, para bien o para mal, pero yo prefiero no depender de ella. Dicen que el esfuerzo jamás desayuda a la fortuna.

No te engañes, la suerte acude contadas veces en la vida a tu rescate, y es probable que no te venga nunca para lo más importante. Nada importante te llegará sin esfuerzo.

El propio esfuerzo es el camino, y es en ese camino donde está la felicidad, no en el objetivo final. Disfrutemos de cada pequeña mejora que hagamos, apreciémosla, démosle el valor que se merece. Porque tiene mucho más valor cada gota de sudor, o cada hora pasada frente a un libro, o cada minuto que ayudamos a los demás, que el hecho de que al final consigamos o no aquello que queremos.
Seguro, algunos tendrán suerte y lograrán mucho con poco, pero de entre todos los demás, aquellos que se esfuercen conseguirán mejores cosas que los que tirarán la toalla.

Y cuando te hayas autoinculcado la cultura del esfuerzo, creo que habrás conseguido la mayor mejora de todas: serás capaz de decir SÍ, YO PUEDO ante cualquier obstáculo o reto.









3 comentarios:

Oscar dijo...

Molt real. La gent, avui en dia, tant nens com adults, em perdut la perspectiva i no sabem que el més important no es el resultat, sino l'esforç realitzat per assolir-lo.
El treball diari, la millora constant es el que ens fa creixer.

Unknown dijo...

Víctor! et felicito per l'entrada al blog!m'agrada el què dius i sobretot com ho dius,a molta gent no li anaria malament llegir-ho m'incloc a mi mateixa! Realment es pot dir més alt però no més clar.

:*

Laura.

Unknown dijo...

Hola Victor, soy el Adri que iba contigo a bachillerato (el del AESE xD). Me acabo de enterar de que tienes un blog, enhorabuena, está muy bien y, precisamente, esta entrada me parece muy acertada. A partir de ahora tienes un nuevo seguidor.

Un saludo,

Adri